Con el rescate de Luis Urzúa, jefe de turno de la mina San José, terminó el miércoles felizmente la tragedia vivida por 32 chilenos y un boliviano durante 70 días, tras quedar encerrados a 700 metros de profundidad.
Fue recibido por el presidente Sebastián Piñera, sus familiares y el equipo de rescatistas.
Piñera felicitó a Urzúa por haber cumplido su deber y le dijo que todos "nos sentimos orgullosos de cada uno de los 33 mineros, que han dado un ejemplo de compañerismo y lealtad".
Luego de agradecer "a los miles" de expertos que permitieron que ahora estén todos en la superficie, el mandatario invitó a los asistentes a entonar el himno nacional.
Urzúa expresó al mandatario: "Espero que esto nunca más nos vuelva a ocurrir (...) Gracias a todos, gracias a todo Chile y a todas las personas que han cooperado (...). Me siento orgulloso de ser chileno".
El rescate, transmitido por televisión a Chile y el mundo, ha sido un total éxito y pasará a la historia, por ser donde mayor número de personas estuvieron involucradas y la enorme profundidad de 622 metros, saliendo sanos y salvos.
Ello hace que este salvataje sea histórico, habiendo generado gestos de solidaridad en muchos países por la carga humana implícita y el valor de los protagonistas.
En Chile, la llegada de la cápsula, Fénix 2, a la superficie con cada uno de los mineros y el posterior encuentro con los familiares se mezclaron con lágrimas y momentos de alegría.
El país siguió con inusual interés por televisión el final feliz de esta historia, mientras en muchas plazas de Santiago, la ciudad de Copiapó y otras localidades la gente salió a la calle a festejar, como si estuviera celebrando un éxito deportivo.
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